Salmo que en vuelo supremo
anida en los pensamientos,
rezado casi en silencio.
Oración que piden las almas
dibujadas entre pinceladas
y suaves trazos, delineando
cada centímetro del cuerpo.
Impaz de locuras,
lozana pureza,
calma encendida,
razón en esencias
que rebana los sentidos
y consume los anhelos;
mezclando etéreos brebajes
en ósculos pausados
con música celeste
y trinos y cánticos
robados al viento.
Dos cirios encendidos
en agónico sosiego,
de bellos parajes
y aguas tormentosas,
que en dulce torbellino
de revueltos océanos
estallan en olas ciclópeas,
de arenas movedizas
que al contacto con la brisa
y al abrigo de un suspiro,
acompasado su reloj
embeben su delirio.
Por Ligia Calderón Romero
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5 de octubre, 2007
jueves, 10 de enero de 2008
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