Entre tanto que danzan las flores sin aliento,
un girasol en oro con ojos diminutos
seduce con ternuras, tus horas y minutos,
al son de un rítmico vals traído por el viento.
Cada segundo tuyo que dejas en mis sienes,
colma de dulces besos y aromas seductoras
con cálidas caricias en notas muy sonoras,
mis auroras dormidas que guardas en tus bienes.
Me abriga tu pasión como fuego lucífero
y versos con tus labios dibujas en mi piel,
arrulladores besos de tu labio de miel
resbalan silenciosos cual destello aurífero.
Te deslizas cual agua que calma da a mi sed
hasta llegar al punto donde duerme el amor,
enlazas mi cintura, deshojas una flor
y el fruto del amor tendrás a tu merced.
Ligia caldeón Romero
Noviembre, 2007
domingo, 6 de enero de 2008
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