Canto sagrado
Es la hora del silencio,
afuera un torbellino de crepúsculos,
como azules golondrinas,
cruje ecos en los péndulos oxidados.
Gira la ruleta, sus agudos ópalos
de mar y sombra acelerados,
trituran nueces entre los casquetes glaciares
y las pasiones miel y almizcle sudorado.
Gime la madrugada, se adentra en las estepas,
donde el sol a medio vientre
es anillo dorado por lenguas de fuego
y bañado con el vino de los labios.
Un manantial de ósculos sagrados,
fluye, baja por los recodos, da la vuelta,
se detiene en la próxima parada
y dibuja el universo con su diluvio de estrellas.
Ligia Calderón Romero
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18 de mayo, 2009
lunes, 18 de mayo de 2009
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