Tras el cristal sin ventana
la noche que calla
abre sus persianas de nácar.
Divinas gemas,
ellas resguardan.
Alucinante!
Dos esmeraldas
guardan el color
de los campos en invierno,
su brillo y su fulgor
perdura en el tiempo,
reflejan las estrellas
y todo el firmamento,
las arenas del mar,
la brisa, la luna y el viento.
Fantasía!
Miradas radiantes.
Hundidas en la arena,
reposan sus pupilas,
deshojan el otoño
florecen primaveras.
Ligia Calderón Romero
9 de enero, 2008
martes, 5 de febrero de 2008
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