Con este frío invierno la penumbra
ya no canta ni danza como antaño.
Tu partida dejó un sabor extraño
y en el frondoso huerto ya no alumbra
el candil que en el cielo se vislumbra
cual faro roto que me mira huraño
porque solo quedó nuestro castaño
con su mágica copa con que adumbra
el taburete donde cada noche
sentados me cantabas tus delirios
y yo cortaba estrellas en manojos.
Añoro tus caricias que en derroche
hacían florecer los blancos lirios
y el rielar de los astros en tus ojos.
¡Ven! Calma mis abrojos;
enloquece las olas de los mares
que en tus brazos olvido mis pesares.
Ligia Calderón Romero
© Heredia, Costa Rica,
14 de septiembre, 2010
sábado, 29 de enero de 2011
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